La inflamación se encuentra hoy en el centro del interés médico. Distintas enfermedades, desde la psoriasis y la artritis reumatoidea a la enfermedad de Crohn y la ateroesclerosis, se asocian con una respuesta inflamatoria exacerbada. Se torna crónica y pone en marcha una serie de trastornos graves en el organismo. En ese escenario, el azúcar aparece como nueva culpable de las enfermedades inflamatorias crónicas.
Azúcar peligrosa:
Las causas de la inflamación crónica de bajo grado, que se encuentra frecuentemente en pacientes cardíacos, pueden ser muy diversas. Nuevos estudios la asocian con el consumo excesivo de azúcar.
El azúcar de la dieta se adquiere en múltiples formatos químicos, y se absorbe en el intestino como glucosa y fructuosa. Estos azúcares son indispensables para que las células fabriquen energía, pero en cantidades excesivas resultan nocivas para el funcionamiento del organismo. Además, los azúcares (también conocidos como “hidratos de carbono”) generan un aumento de la grasa visceral. El tejido adiposo, a su vez, participa en la liberación de factores que disparan la inflamación en todo el organismo.
Por otra parte, la ingesta excesiva de azúcares altera el microbioma intestinal, el conjunto de bacterias y otros microorganismos que habitan el tubo digestivo humano. Esta alteración modifica la permeabilidad del intestino –lo que permite el pasaje de bacterias- y también aumenta la inflamación crónica en distintos órganos.